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sábado, 14 de mayo de 2016

La Enfermedad y Los Síntomas; Nuestros Mejores Amigos.





La Enfermedad y los Síntomas; Nuestros Mejores Amigos.

 







Para poder sanar cualquier enfermedad o malestar lo primero que tenemos que hacer es comprender que es la enfermedad, por que se presentan los síntomas y como nos podemos servir de ello para sanar y transformarnos.

Entendemos que estamos sanos y equilibrados en el momento en que nuestro pulso y las palpitaciones del corazón siguen un ritmo determinado, nuestra temperatura corporal se mantiene en un nivel constante, nuestras glándulas segregan hormonas y formamos anticuerpos en nuestro organismo.

Resaltar que deberíamos utilizar la palabra enfermedad en singular, no en un concepto plural. No tenemos saludes, por lo que tampoco tenemos enfermedades. La enfermedad es un conjunto o se esta enfermo o se esta sano. No es una parte u órgano del cuerpo, es un estado, un estado del ser humano. O estamos enfermos o estamos sanos.


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Tampoco vamos a exponerla poniendo la etiquetas; enfermedades somáticas, psicosomáticas, psíquicas o espirituales. Etiquetarlas no hace más que confundirnos y desviarnos del verdadero propósito de la enfermedad. Que no es otro que el de ayudarnos a equilibrarnos.

Y algo muy importante es diferenciar la enfermedad del síntoma. El desequilibrio se forma en la conciencia, en la mente, que es desde donde mandamos la información al cuerpo para que este realice las funciones que le permiten seguir con su funcionamiento correcto o en caso contrario si la información mandada es incorrecta para el perfecto equilibrio de nuestro cuerpo lo representará en forma de síntoma. Por lo que llegamos a la conclusión de que la enfermedad está causada en el plano mental, lo que percibimos es un síntoma de esa enfermedad y para poderla tratar tenemos que profundizar en nuestro interior y hallar la causa que crea ese trastorno ese desequilibrio, esa mala trasmisión de información.


Un ejemplo que a mi siempre me ha servido y es con el que me resulto más fácil poder comprendedlo, es el de la lucecita en el coche;

Si vamos conduciendo tranquilamente nuestro coche y de repente se enciende una luz roja indicando que algo va mal nos sentimos angustiados o contrariados y nuestro deseo es que esa luz roja no se hubiera encendido. Pero al igual que si lo llevamos al taller y el mecánico procede a desinstalar esa luz solamente, o la tapamos con algo que impida que se vea, esos actos no serán suficientes para que el problema se halla esfumado. La luz ya no la veremos, ya no nos molestará, pero el desajuste en el coche seguirá estando allí. Tenemos que profundizar en el problema del coche para poder arreglarlo e impedir que vuelva a pasar o que agrave la situación. Lo mismo ocurre en nuestro cuerpo, sentimos un dolor o un malestar, un desorden, un deterioro en él, que es lo que denominamos síntoma, consecuencia de algo más profundo, de un desequilibrio en nuestra consciencia, en nuestra manera de trasmitir la información de funcionamiento correcto a nuestro organismo.

Si valoramos que en las últimas décadas hemos avanzado muchísimo en temas relacionados a la medicina científica hasta puntos inimaginables hace 100 años, no es comprensible descubrir que el porcentaje de enfermos no halla disminuido ni en un 1 %. Hay la misma cantidad de enfermos que ha habido siempre pero con diferentes “síntomas”.

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Cuando nos basamos en solo ocuparnos del síntoma y olvidamos adentrarnos en la causa que lo ha creado, podremos hacer que ese síntoma desaparezca e incluso podremos llegara a la amputación de esa parte donde se ha materializado ese desarreglo, pero la causa seguirá estando hay, nuestra mente continuará mandando información incorrecta, por lo que un nuevo síntoma reaparecerá en otro lugar, cada vez más aumentado ya que la enfermedad ahora será más fuerte al no ser erradicada,

Por lo que para poder sanar cualquier enfermedad primero debemos separar los dos conceptos; enfermedad y síntoma, después comprender que el síntoma es nuestro mejor amigo, el que nos dice la verdad aunque nos duela, y una vez localizado indagar en la causa que lo provoca y sanar esa mencionada causa, equilibrar nuestro procesador mental para que mande la información correcta de buen funcionamiento.

Al tomar consciencia de esta separación de conceptos comenzaremos a poder recuperar el equilibrio que nos ha alterado nuestra existencia.

La enfermedad y los síntomas deben ser considerados como unos valiosos aliados, que solo nos hacen ver que algo no estamos haciendo de manera equilibrada y utilizarlos para nuestro propio beneficio.

Julia Mª de las Viñas Martín Sánchez





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